En los años 101 a 104 a. C., el emperador chino Wu of Han encargó a varios emisarios que se dirigieran hacia el este para buscar los caminos a través de los que comerciar con el Imperio romano.
Cuando llegaron a las tierras de Dayuan, en el valle de Ferghana, descubrieron asombrados una raza de caballos dorados de cascos duros, potentes e infatigables, que sudaban sangre.
Eran los mismísimos caballos dorados que la mitología china mencionaba, los Hijos del Sol, símbolo de la vida.
Informado este emperador de la nueva, ordenó que partiera inmediatamente un ejército hacia aquellos lugares para conquistarlos y apoderarse de tan fantásticos animales. Su posesión daría una gran potencia a su ejército, pertrechado hasta entonces con burros y camellos, y le permitiría defenderse con ventaja de los ataques de las hordas de los jinetes bárbaros del norte.
Anita, nuestra narradora, contará a niños y jóvenes las leyendas relativas a la Batalla de los Caballos Celestiales.
Estos sucesos históricos abrieron las vías de comunicación entre Oriente y Occidente, que conocemos como la Ruta de la Seda. Durante siglos fue el único nexo de unión de dos grandes culturas, la europea y la china.